Soy de las personas que cree firmemente que nada es por gusto y todo tiene un porqué. Vivir fuera de El Salvador cambió mi vida en muchos aspectos. Dejar lo que por muchos años sentí muy mío: familia,trabajo, amigos, pacientes y lugares que recorría aún con los ojos cerrados. En especial mi trabajo como psicóloga y educadora. No fue fácil pero busqué la mejor manera para adaptarme a la nueva vida. El uso de recursos electrónicos a mi disposición me permitieron conversar a la distancia.
Asumiendo el reto y usando la tecnología como mi aliada, con videoconferencias me permitió continuar con lo que más amo hacer terapia. Enfrente de una computadora, tablet o celular, me di cuenta que la tecnología no quita ni impide la capacidad de expresar sentimientos y pensamientos y mostrar así quienes somos, día a día y de esta manera pude continuar brindando mis servicios profesionales.
Esa fase tecnológica viene luego de que me graduara y ejerciera por 35 años como psicóloga con diplomado en psicoterapia, maestra en educación especial y terapista educativa. Experiencia que me ha permitido entrar y forjar alianzas terapéuticas sólidas y muchas veces permanentes con mis pacientes. Niños, jóvenes y adultos que han confiado sus pensamientos, emociones, tristezas, alegrías y experiencias dolorosas para transformarlas, gracias a un proceso terapéutico, en un aprendizaje de vida, que les ha fortalecido su desarrollo como seres humanos.
Ahora que la vida nos a puesto el reto de permanecer la mayor parte de nuestro tiempo en casa, me doy cuenta que mi convencimiento, experiencia y preparación para ser una psicóloga a distacia, estar contigo en línea, tiene una base sólida.
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Fotografía Juan J Salazar Olavarrieta / Adobe Stock
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